miércoles, 20 de diciembre de 2023

PON UN ALBERTI EN TU VIDA

 Chic@s, 

Os dejo a continuación el enlace a la web con la que estamos trabajando nuestra SdA para que la tengáis a mano. 


EXE-LEARNING ALBERTI

lunes, 2 de julio de 2018

U.D. 12 DESCUBRIENDO EL MUNDO FANTÁSTICO




 “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades”.
Cien años de soledad


Investiga quién fue Gabriel García Márquez.

Ficha de lectura de Cien años de soledad.



LA RADIO Y LA TELEVISIÓN 

Entrevista del programa de radio “a fondo” a Jorge Luis Borges. 



Importancia de la radio y la televisión. 

Características del lenguaje radiofónico y televisivo. 

Historia de la televisión. 


¿Te gusta ver el fútbol o escucharlo por la radio?





NARRATIVA HISPANOAMERICANA



— Como decía —prosiguió Luis Cervantes—, se acaba la revolución, y se acabó todo. ¡Lástima de tanta vida segada, de tantas viudas y huérfanos, de tanta sangre vertida! Todo, ¿para qué? Para que unos cuantos bribones se enriquezcan y todo quede igual o peor que antes. Usted es desprendido, y dice: “Yo no ambiciono más que volver a mi tierra”. Pero ¿es de justicia privar a su mujer y a sus hijos de la fortuna que la Divina Providencia le pone ahora en sus manos? ¿Será justo abandonar a la patria en estos momentos solemnes en que va a necesitar de toda la abnegación de sus hijos los humildes para que la salven, para que no la dejen caer de nuevo en manos de sus eternos detentadores y verdugos, los caciques?… ¡No hay que olvidarse de lo más sagrado que existe en el mundo para el hombre: la familia y la patrial… Macías sonrió y sus ojos brillaron. — ¿Qué, será bueno ir con Natera, curro? — No sólo bueno —pronunció insinuante Venancio—, sino indispensable, Demetrio. —Mi jefe —continuó Cervantes—, usted me ha simpatizado desde que lo conocí, y lo quiero cada vez más, porque sé todo lo que vale. Permítame que sea enteramente franco. Usted no comprende todavía su verdadera, su alta y nobilísima misión. Usted, hombre modesto y sin ambiciones, no quiere ver el importantísimo papel que le toca en esta revolución. Mentira que usted ande por aquí por don Mónico, el cacique; usted se ha levantado contra el caciquismo que asola toda la nación. Somos elementos de un gran movimiento social que tiene que concluir por el engrandecimiento de nuestra patria. Somos instrumentos del destino para la reivindicación de los sagrados derechos del pueblo.

Mariano Azuela,

Los de Abajo

Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas; hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé.
Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, y en dirección del corazón tenía uno muy grande donde bien podía caber el dedo del corazón.

Juan Rulfo, Pedro Páramo


 Borges

"La casa de Asterión"



    Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz  de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madra; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.    El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprndiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
    Claro que no me faltan distacciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suel, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
    No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
    Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensantgriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redeentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
  
    El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
    -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió. 

http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/nueva_york_jorge_luis_borges.htm



Cortázar

"Instrucciones para llorar" 

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.



“Teoría del cangrejo”
Habían levantado la casa en el límite de la selva, orientada al sur para evitar que la humedad de los vientos de marzo se sumara al calor que apenas mitigaba la sombra de los árboles.
Cuando Winnie llegaba
Dejó el párrafo en suspenso, apartó la máquina de escribir y encendió la pipa. Winnie. El problema, como siempre, era Winnie. Apenas se ocupaba de ella la fluidez se coagulaba en una especie de
Suspirando, borró en una especie de, porque detestaba las facilidades del idioma, y pensó que ya no podría seguir trabajando hasta después de cenar; pronto llegarían los niños de la escuela y habría que ocuparse de los baños, de prepararles la comida y ayudarlos en sus
¿Por qué en mitad de una enumeración tan sencilla había como un agujero, una imposibilidad de seguir? Le resultaba incomprensible, puesto que había escrito pasajes mucho más arduos que se armaban sin ningún esfuerzo, como si de alguna manera estuvieran ya preparados para incidir en el lenguaje. Por supuesto, en esos casos lo mejor era
Tirando el lápiz, se dijo que todo se volvía demasiado abstracto; los por supuesto y los en esos casos, la vieja tendencia a huir de situaciones definidas. Tenía la impresión de alejarse cada vez más de las fuentes, de organizar puzzles de palabras que a su vez
Cerró bruscamente el cuaderno y salió a la veranda.
Imposible dejar esa palabra, veranda.

U.D. 11 LA VOZ DE LA ACTUAL LITERATURA

ENTREVISTA A CARMEN MARTÍN GAITE por José Méndez en el Correo, julio de 2000.
¿Cómo explica, que, siendo una de nuestras escritoras más apreciadas, el público sepa tan poco de su vida?
A mí no me gusta hablar de mi vida, de mi biografía. Sí de las cosas de mi relación con la literatura a través del tiempo, de mi proceso literario. Últimamente mi rechazo a hablar de la propia vida viene, además, de la sobredosis que tenemos de gente hablando de su vida. No lo puedo soportar. Mientras esté viva y tenga ganas de trabajar, mi vida es mía. No opino. Bastante opinan casi todos de todo.
¿Y es cierto que en la posguerra fue “completamente feliz”?
Tuve mucha suerte. Lo que te ha pasado cuando eras pequeño te marca para toda la vida. Viví en una familia donde había libros, donde no eran machistas. Yo me sentía querida y mis amigos de la facultad nunca me discriminaron. Era feliz porque dentro de lo que pasaba, a esa edad, tampoco lo ves tanto.
En el orden de las cosas personales, ¿cuál es la mayor diferencia de aquella época con la actual?
La gran diferencia es que no había maquinas en las casas. Había lo que se hablaba, lo que hablaban y contaban todos, los amigos, la abuela, las visitas…Todo el mundo hablaba y leía. Ahora es difícil escuchar lo que antes era un consejo diario: “Niño, lee bien”.
¿Sus mejores amigos han sido sus compañeros de generación?
Sí, cuando vengo a Madrid me junto con los míos. No es que ellos me influyeran, es que éramos iguales, nos gustaban las mismas cosas. Jesús Fernández Santos, Aldecoa, Daniel Sueiro…
¿Cuál es el peor defecto de su generación?
Lo peor de mi generación es que desaparecieron muchos, muy pronto. Ese ha sido su peor defecto […] se han muerto demasiado jóvenes.
Y fueron parcialmente olvidados.
Sí, pero el problema no nos vino de nosotros mismos como grupo de narradores. Vino de América. Apareció el fenómeno del boom hispanoamericano que nos hizo callarnos a muchos porque, de pronto, ya no nos hacían caso.
¿Dónde colocamos sus admiraciones?
No soy nada tacaña con la admiración. Leo muchísimo, sobre todo a los clásicos. Hice la carrera con unos profesores de literatura estupendos. Los clásicos los había leído desde muy jovencita. Leí La Regenta a los dieciséis años. La poesía del 27 la conocí un poco más tarde, pero la prosa del 98 fue pan comido.
¿El mundo de la cultura española le debe algo?
No, no me puedo quejar. Si yo ya no sé qué más puedo tener…He ido muy despacio. Cuando publiqué Entre visillos, premio Nadal, no fue un libro de los más celebrados. Pero hoy se sigue vendiendo muy bien, a manta. Y a la gente le gusta más cada día. Y ¿por qué? Porque metí unos diálogos testimoniales, toda una época. Si tienes prisa nunca llegas. Y eso la gente lo acaba reconociendo. Yo tengo lo que quería: el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias…Los premios, además, se dividen en dos clases: los que pides tú y los que te dan. Yo pedía, me presentaba cuando era joven. Hace muchos años que no se me ocurre pedir nada.


  • ¿Conoce a Carmen Martín Gaite? ¿Qué información puedes sacar de ella, después de haber leído esta entrevista?
  • ¿A qué se refiere la escritora cuando dice “la sobredosis que tenemos de gente hablando de su vida”?¿Conoces las admiraciones de Carmen Martín Gaite? ¿Qué sabes de ellos?
  • ¿Qué consejos da la escritora para triunfar en la literatura?
  • ¿Qué tipo de texto periodístico es el que has leído? ¿Es de información, de opinión o híbrido?
  • Ahora te toca investigar. Busca datos sobre esta escritora, su generación y su obra principal, anótalos. Posteriormente, escribe dos preguntas más para formular a esta escritora


Veamos ahora distintos tipos de entrevistas…
"En la tuya o en la mía" Entrevista a Mario Casas por Bertín Osborne
Entrevista a Francisco Umbral- He venido a hablar de mi libro-
  • Vamos a debatir: ¿Qué opinas de las entrevistas en programas de prensa del corazón?

DEBATES Y FOROS DE DEBATES 

Viendo este vídeo, ¿cuáles crees que son las características principales de un debate?


A continuación, vamos a ver el siguiente vídeo de la youtuber Abi Power: 



Vamos a creer un foro de debate a partir de los estereotipos andaluces nombrados en el vídeo. 

LITERATURA ACTUAL 


Una vez conocido el panorama lírico de España a partir de los años 70, vamos a realizar un comentario de texto de este poema de Luis García Montero:

Nadaba yo en el mar y era muy tarde,
justo en ese momento
en que las luces flotan como brasas
de una hoguera rendida
y en el agua se queman las preguntas,
los silencios extraños.
Había decidido nadar hasta la boya
roja, la que se esconde como el sol
al otro lado de las barcas.
Muy lejos de la orilla,
solitario y perdido en el crepúsculo,
me adentraba en el mar
sintiendo la inquietud que me conmueve
al adentrarme en un poema
o en una noche larga de amor desconocido.
Y de pronto la vi sobre las aguas.


  • Analiza la métrica, la estructura externa, el tema y las figuras retóricas que encuentras en el poema.



EL INVIERNO EN LISBOA ANTONIO MUÑOZ MOLINA
Cap. XIII
No recordaba cuánto tiempo, cuántas horas o días anduvo como un sonámbulo por las calles y escalinatas de Lisboa, por los callejones sucios y los altos miradores y las plazas con columnas y estatuas de reyes a caballo, entre los grandes almacenes sombríos y los vertederos del puerto, más allá, al otro lado de un puente ilimitado y rojo que cruzaba un río semejante al mar, en arrabales de bloques de edificios que se levantaban como faros o islas en medio de los descampados, en fantasmales estaciones próximas a la ciudad cuyos nombres leía sin lograr acordarse de aquella en la que había visto a Lucrecia. Quería rendir al azar para que se repitiera lo imposible: miraba uno por uno los rostros de todas las mujeres, las que se le cruzaban por la calle, las que pasaban inmóviles tras las ventanillas de los tranvías o de los autobuses, las que iban al fondo de los taxis o se asomaban a una ventana en una calle desierta. Rostros viejos, impasibles, banales, procaces, infinitos gestos y miradas y chaquetones azules que nunca pertenecían a Lucrecia, tan iguales entre sí como las encrucijadas, los zaguanes oscuros, los tejados rojizos y el dédalo de las peores calles de Lisboa. Una fatigada tenacidad a la que en otro tiempo habría llamado desesperación lo impulsaba como el mar a quien ya no tiene fuerzas para seguir nadando, y aun cuando se concedía una tregua y entraba en un café elegía una mesa desde la que pudiera ver la calle, y desde el taxi que a medianoche lo devolvía a su hotel miraba las aceras desiertas de las avenidas y las esquinas alumbradas por rótulos de neón donde se apostaban mujeres solas con los brazos cruzados. Cuando apagaba la luz y se tendía fumando en la cama seguía viendo en la penumbra rostros y calles y multitudes que pasaban ante sus ojos entornados con una silenciosa velocidad como de proyecciones de linterna mágica, y el cansancio no lo dejaba dormir, como si su mirada, ávida de seguir buscando, abandonara el cuerpo inmóvil y vencido sobre la cama y saliera a la ciudad para volver a perderse en ella hasta el final de la noche.
Pero ya no estaba seguro de haber visto a Lucrecia ni de que fuera el amor quien lo obligaba a buscarla. Sumido en ese estado hipnótico de quien camina solo por una ciudad desconocida ni siquiera sabía si la estaba buscando: sólo que noche y día era inmune al sosiego, que en cada uno de los callejones que trepaban por las colinas de Lisboa o se hundían tan abruptamente como desfiladeros había una llamada inflexible y secreta que él no podía desobedecer, que tal vez debió y pudo marcharse cuando Billy Swann se lo ordenó, pero ya era demasiado tarde, como si hubiera perdido el último tren para salir de una ciudad sitiada.

Clasifica esta novela a partir de su lectura.
Vamos a conocer al autor: Entrevista a Antonio Muñoz Molina

Historia del rey transparente Carmen Martín Gaite

Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre. He visto en mi vida cosas maravillosas. He hecho en mi vida cosas maravillosas. Durante algún tiempo, el mundo fue un milagro. Luego regresó la oscuridad. La pluma tiembla entre mis dedos cada vez que el ariete embiste contra la puerta. Un sólido portón de metal y madera que no tardará en hacerse trizas. Pesados y sudados hombres de hierro se amontonan en la entrada. Vienen a por nosotras. Las Buenas Mujeres rezan. Yo escribo. Es mi mayor victoria, mi conquista, el don del que me siento más orgullosa; y aunque las palabras están siendo devoradas por el gran silencio, hoy constituyen mi única arma. La tinta retiembla en el tintero con los golpes, también ella asustada. Su superficie se riza como la de un pequeño lago tenebroso. Pero luego se aquieta extrañamente. Levanto la cabeza esperando un envite que no llega. El ariete ha parado. Las Perfectas también han detenido el zumbido de sus oraciones. ¿Acaso han logrado acceder al castillo los cruzados? Me creía preparada para este momento pero no lo estoy: la sangre se me esconde en las venas más hondas. Palidezco, toda yo entumecida por los fríos del miedo. Pero no, no han entrado: hubiéramos oído el estruendo de la puerta al desgajarse, el derrumbe de los sacos de arena con que la reforzamos, los pasos presurosos de los depredadores al subir la escalera. Las Buenas Mujeres escuchan. Yo también. Tintinean los hombres de hierro bajo las troneras de nuestra fortaleza. Se retiran. Sí, se están retirando. Al sol le falta muy poco para ocultarse y deben de preferir celebrar su victoria a la luz del día. No necesitan apresurarse: nosotras no podemos escapar y no existe nadie que pueda ayudarnos. Dios nos ha concedido una noche más. Una larga noche. Tengo todas las velas de la despensa a mi disposición, puesto que ya no las vamos a necesitar. Enciendo una, enciendo tres, enciendo cinco. El cuarto se ilumina con hermosos resplandores de palacio. ¡Y pensar que nos hemos pasado todo el invierno a oscuras para no gastarlas! Las Buenas Mujeres vuelven a bisbisear sus Padrenuestros. Yo mojo la pluma en la tinta quieta. Me tiembla tanto la mano que desencadeno una marejada. Me recuerdo arando el campo con mi padre y mi hermano, hace tanto tiempo que parece otra vida. La primavera aprieta, el verano se precipita sobre nosotros y estamos muy retrasados con la siembra; este año no sólo hemos tenido que labrar primero los campos del Señor, como es habitual, sino también reparar los fosos de su castillo, hacer acopio de víveres y agua en los torreones, cepillar los poderosos bridones de combare y limpiar de maleza, las explanadas frente a la fortaleza, para evitar que puedan emboscarse los arqueros enemigos. Estamos nuevamente en guerra, y el señor de Abuny, nuestro amo, vasallo del conde de Gevaudan, que a su vez es vasallo del Rey de Aragón, combate contra las tropas del Rey de Francia.

  • Señala a qué época pertenece la novela, y qué características de la literatura contemporánea se pueden encontrar en ella.
  • ¿Por qué la protagonista se muestra orgullosa de escribir?
  • ¿Ha evolucionado el papel de la mujer con el paso del tiempo? Vamos a debatir.

U.D. 10 VOLVEMOS...DESPUÉS DE LA PUBLICIDAD


El hambre, en su riada, trajo hasta nuestra casa a una parienta de la abuela, la tía Encarnación, quien llegó aquella tarde con un grupo de mujeres de la ciudad, que habían tenido que lanzarse por los campos en aquella búsqueda incansable de alimentos.[…]El retrato vivo de aquella parienta de la abuela era, indudablemente, la imagen de algo que había muerto casi de forma definitiva. Era, más que los otros refugiados, el símbolo claro de que aquella guerra existía, de que era real, de que no penséis que en todas partes ocurre lo que aquí…
—Esta es una guerra horrible—recalcaba, levantando su mano delicada, con los guantes de cabritilla casi deshechos, en los que brillaban, por su ausencia, las bellas sortijas—horrible…—repetía.
La abuela, enajenada, renqueando, arrastrando el bastón que ahora no le servía, que se le había vuelto de repente anciano, vino hasta la mecedora y se quedó sentada, con la frente pegada a aquella mano suya que parecía una hoja de álamo barrida por el vendaval. No podía creerse aquella larga y horrible crónica negra que aquella parienta, como una mensajera del terror, había venido desde tan lejos, desde la misma raya del infierno, para contarle. Nada de aquello podía ser verdad.
—¿ Y Enrique?—se le ocurrió preguntar. Yo no sabía, ni he sabido nunca, quién sería aquel Enrique.
—¿Enrique?
La parienta se echó de nuevo a llorar. Se buscó el pañuelo y se secó la nariz y los ojos, al tiempo que repetía: el pobre no pudo resistir esta clase de vida. Ya sabes tú como era Enrique. Tan serio, tan puesto en sus puntos…No pudo resistirlo y se murió.
—Muerto…
A esta respuesta seguía otra pregunta de la abuela, a quien se le había avivado la curiosidad y parecía, sentada allí, la luz triste entrando por la ventana, como si estuviese repasando una a una las hojas de un álbum bello y familiar, en el que las fotografías, al vaivén de la cabeza de aquella parienta, fueran desapareciendo de repente…
—Muerto…Lo fusilaron…ha desaparecido…está en la cárcel…no se sabe nada de ellos…
La guerra era mucho más cruel, mucho más terrible, mucho más despiadada de lo que todos habíamos pensado.
—¿Y tu hermano?
—¿Francisco? Ese era un republicano. Y tú sabes lo exigente que siempre fue.
Conversación sobre la guerra


 ¿De qué guerra habla el texto? ¿Qué sabes sobre esta?
 ¿Qué consecuencias tuvo esta guerra en nuestro país?
 ¿Qué significa “exiliarse”? ¿Qué situación actual te sugiere la palabra “refugiado” del texto?
 ¿Cómo reaccionarías si tu país entrara en guerra y te llegasen noticias de familiares desaparecidos? ¿Alguien de tu familia ha pasado por esta situación? Investiga en tu árbol genealógico.


La publicidad en los años 50






Estos anuncios publicitarios aparecieron en los años 50 en el panorama europeo, ¿qué te sugieren? ¿Cómo crees que era el papel de la mujer entonces? ¿Hemos conseguido avanzar en este sentido?
  • Vamos a investigar sobre la evolución de la publicidad. Por parejas, tendréis que buscar dos anuncios de un mismo producto en dos épocas distintas de la historia y deberéis traer las imágenes en la próxima clase.

LITERATURA DE POSGUERRA

LA LÍRICA DE POSGUERRA





Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero


La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.
La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.
La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.
Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido…

Jaime Gil de Biedma


Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, 
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, 
fieramente existiendo, ciegamente afirmado, 
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente 
los vertiginosos ojos claros de la muerte, 
se dicen las verdades: 
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas 
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, 
piden ser, piden ritmo, 
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto, 
con el rayo del prodigio, 
como mágica evidencia, lo real se nos convierte 
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria 
como el pan de cada día, 
como el aire que exigimos trece veces por minuto, 
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Gabriel Celaya

LA NARRATIVA DE POSGUERRA



En la acera de enfrente, un niño se desgañitaba a la puerta de una taberna:
Esgraciaíto aquel que come / el pan por manita ajena;siempre mirando a la cara, / si la ponen mala o buena.
De la taberna le tiran un par de perras y tres o cuatro aceitunas que el niño recoge del suelo, muy de prisa. El niño es vivaracho como un insecto, morenillo, canijo. Va descalzo y con el pecho al aire, y representa tener unos seis años
Al niño que cantaba flamenco le arreó una coz una golfa borracha. El único comentario fue un comentario puritano:
—¡Caray, con las horas de estar bebida! ¿Qué dejará para luego?
El niño no tiene cara de persona, tiene cara de animal doméstico, de sucia bestia, de pervertida bestia de corral. Son pocos sus años para que el dolor haya marcado aún el navajazo del cinismo —o de la resignación— en su cara, y su cara tiene una bella e ingenua expresión estúpida, una expresión de no entender nada de lo que pasa. Todo lo que pasa es un milagro para el gitanillo, que nació de milagro, que come de milagro, que vive de milagro y que tiene fuerzas para cantar de puro milagro.
Detrás de los días vienen las noches, detrás de las noches vienen los días. El año tiene cuatro estaciones: primavera, verano, otoño, invierno. Hay verdades que se sienten dentro del cuerpo, como el hambre o las ganas de orinar
El gitanillo, a la luz de un farol, cuenta un montón de calderilla. El día no se le dio mal: ha reunido cantando desde la una de la tarde hasta las once de la noche, un duro y sesenta céntimos. Por el duro de calderilla le dan cinco cincuenta en cualquier bar.
El niño que canta flamenco tiene un pie algo torcido; rodó por un desmonte, le dolió mucho, anduvo cojeando algún tiempo.
La Colmena (1951) de Camilo José Cela




Tú no la mataste. Estaba muerta. No estaba muerta. Tú la mataste. ¿Por qué dices tú? -Yo.
[…]
¡Imbécil!
No pienses. No pensar. No pensar. Estate tranquilo. No va a pasar nada. No tienes que tener miedo de todo. Si pasa lo peor. Si te ocurre lo peor que te pueda ocurrir. Lo peor. Si realmente creen que tú lo hiciste. Si te están esperando para aplastarte con el peso de la pena más gorda que puedan inventar para aplastarte. Ponte en lo peor. Si te pasa lo peor. Lo peor que puedas pensar, lo más gordo, lo último, lo más grave. Si te pasa lo que ni siquiera se puede decir qué sea, todavía, a pesar de eso, ¿qué pasa? A pesar de eso, no pasaría nada. Nada. Nada. Estarías así un tiempo, así, como estás ahora. Igual. Y luego te irías al Illinois. Eso. Y no estás mal aquí. Aquí se está bien. Vuelto a la cuna. A un vientre. Aquí protegido. Nada puede hacerte daño, nada puede aquí, nada. Tú estás tranquilo. Yo estoy tranquilo. Estoy bien. No puede pasarme nada. No pensar tanto. Es mejor no pensar. Tranquilamente, dejar pasar el tiempo. El tiempo pasa siempre, necesariamente. No puede pasar nada. Aunque la cosa se ponga peor. Aunque la cosa se ponga mal. Me pongo en lo peor. Supongamos que pasa lo peor. Supongo que me pongo en lo peor. No pasa nada. Sólo un tiempo. Un tiempo que queda fuera de mi vida, entre paréntesis. Fuera de mi vida tonta.
Tiempo de silencio

  • Vamos a realizar un cuadro comparativo de la narrativa de posguerra



Vamos a investigar sobre la vida de Camilo José Cela. 








¿Sabes qué son los Premios Nobel de la literatura?



Martín Marco se para ante los escaparates de una tienda de lavabos que hay en la calle de Sagasta. La tienda luce como una joyería o como la peluquería de un gran hotel, y los lavabos parecen lavabos del otro mundo, lavabos del Paraíso, con sus grifos relucientes, sus lozas tersas y sus nítidos, purísimos espejos. Hay lavabos blancos, lavabos, de todos los colores. ¡También es ocurrencia! Hay baños que lucen hermosos como pulseras de brillantes, bidets con un cuadro de mandos como el de un automóvil, lujosos retretes de dos tapas y de ventrudas, elegantes cisternas bajas donde seguramente se puede apoyar el codo, se pueden incluso colocar algunos libros bien seleccionados, encuadernados con belleza: Hólderlin, Keats, Valéry, para, los casos en que el estreñimiento precisa de compañía; Rubén, Mallarmé, sobre todo Mallarmé para las descomposiciones de vientre. ¡Qué porquería!
Martín Marco sonríe, como perdonándose, y se aparta del escaparate. La vida piensa es todo. Con lo que unos se gastan para hacer sus necesidades a gusto, otros tendríamos para comer un año. ¡Está bueno! Las guerras deberían hacerse para que haya menos gentes que hagan sus necesidades a gusto y pueda comer el resto un poco mejor. Lo malo es que, cualquiera sabe por qué, los intelectuales seguimos comiendo mal y haciendo nuestras cosas en los Cafés. ¡Vaya por Dios!
A Martín Marco le preocupa el problema social. No tiene ideas muy claras sobre nada, pero le preocupa el problema social.
Eso de que haya pobres y ricos, dice a veces, está mal; es mejor que seamos todos iguales, ni muy pobres ni muy ricos, todos un término medio. A la Humanidad hay que reformarla. Debería nombrarse una comisión de sabios que se encargase de modificar la Humanidad. Al principio se ocuparían de pequeñas cosas, enseñar el sistema métrico decimal a la gente, por ejemplo, y después cuando se fuesen calentando, empezarían con las cosas más importantes y podrían hasta ordenar que se tirara abajo las ciudades para hacerlas otra vez, todas iguales, con las calles bien rectas y calefacción en todas las casas. Resultaría un poco caro, pero en los Bancos tiene que haber cuartos de sobra.
Una bocanada de frío cae por la calle de Manuel Silvela y a Martín le asalta la duda de que va pensando tonterías.
- ¡Caray con los lavabitos!
Al cruzar la calzada un ciclista lo tiene que apartar de un empujón.
- ¡Pasmado, que parece que estás en libertad vigilada!
A Martín le subió la sangre a la cabeza.

La Colmena

  • Realizamos un comentario de texto. 

domingo, 1 de julio de 2018

U.D. 9 ¡EXTRA, EXTRA! ¡EL TEATRO ESPAÑOL CONTINÚA!

TEXTOS PERIODÍSTICOS




Ahora completa el cuadro con un titular de cada sección, apuntando el periódico y la fecha del mismo.




OPINIÓN

ESPAÑA

OBITUARIOS

ECONOMÍA

SOCIEDAD

DEPORTES

PROVINCIA

CULTURA


Vamos a leer: 

Dimite el vicerrector de estudiantes de la Universidad de Extremadura por la filtración de exámenes de Selectividad

Junto a Ciro Pérez, que también es presidente de la Comisión Organizadora de la EBA, deja su cargo el presidente del tribunal calificador, Javier Benítez


https://politica.elpais.com/politica/2018/06/11/actualidad/1528733337_978008.html



El mal habla por sí mismo

¿Cómo puede plantearse que se dé voz a los agresores de La Manada cuando la víctima, para preservar su intimidad, debe callar?




https://elpais.com/cultura/2018/06/30/actualidad/1530352192_670062.html


CRÓNICA DEL ESPAÑA-RUSIA · OCTAVOS DE FINAL DEL MUNDIAL
Un engendro de la A a la Z (1-1)

  • España dice adiós al Mundial de forma precipitada al pagar ante Rusia todas las cosas que hizo horrible.

https://www.diariodesevilla.es/mundial_2018_rusia/Espana-adelanta-Rusia_0_1259574621.html


TEATRO DE POSGUERRA

 (La batalla hace furor. Se oyen tiros, bombazos, rá­fagas de ametralladora. ZAPO, solo en escena, está acurrucado entre los sacos. Tiene mucho miedo. Cesa el combate. Silencio. ZAPO saca de una cesta de tela  una madeja de lana y unas agujas. Se pone a hacer un jersey que ya tiene bastante avanzado. Suena el tim­bre del teléfono de campaña que ZAPO tiene a su lado.)

ZAPO.-Diga... Diga... A sus órdenes mi capitán... En efecto, soy el centinela de la cota 47... Sin novedad, mi capitán... Perdone, mi capitán, ¿cuándo comienza otra vez la batalla?.. Y las bombas, ¿cuándo las tiro?.. ¿Pero, por fin, hacia dónde las tiro, hacia atrás o ha­cia adelante?..  No se ponga usted así conmigo. No lo digo para molestarle... Capitán, me encuentro muy solo. ¿No podría enviarme un compañero?.. Aunque sea la cabra... (El capitán le riñe.) A sus órdenes... A sus ór­denes, mi capitán. (ZAPO cuelga el teléfono. Refunfu­ña.)

 (Silencio. Entra en escena el matrimonio TEPÁN con cestas, como si vinieran a pasar un día en el campo. Se dirigen a su hijo, ZAPO, que, de espaldas y escon­dido entre los sacos, no ve lo que pasa.)

 
SR. TEPÁN.- (Ceremoniosamente.) Hijo, levántate y besa en la frente a tu madre. (ZAPO, aliviado y sorpren­dido, se levanta y besa en la frente a su madre con mu­cho respeto. Quiere hablar. Su padre le interrumpe.) Y ahora, bésame a mí. (Lo besa en la frente.)


ZAPO.-Pero papaítos, ¿cómo os habéis atrevido a ve­nir aquí con lo peligroso que es? Iros inmediatamente.

 

SR. TEPÁN.- ¿Acaso quieres dar a tu padre una lec­ción de guerras y peligros? Esto para mí es un pasatiem­po. Cuántas veces, sin ir más lejos, he bajado del metro en marcha.

F.Arrabal 


Historia de una escalera  [Antonio Buero Vallejo]
FERNANDO.- No. Te lo suplico. No te marches. Es preciso que me oigas... y que me creas. Ven.
(La lleva al primer peldaño.) Como entonces.
(Con un ligero forcejeo la obliga a sentarse contra la pared y se sienta a su lado. Le quita la lechera y la deja junto a él. Le coge una mano.)
CARMINA.-¡Si nos ven!
FERNANDO.- ¡Qué nos importa! Carmina, por favor, créeme. No puedo vivir sin ti. Estoy desesperado. Me ahoga la ordinariez que nos rodea. Necesito que me quieras y que me consueles. Si no me ayudas no podré salir adelante.
CARMINA.-¿Por qué no se lo pides a Elvira?  (Pausa. Él la mira, excitado, alegre.)
FERNANDO.- ¡Me quieres! ¡Lo sabía! ¡Tenías que quererme! (Le levanta la cabeza. Ella sonríe involuntariamente.) ¡Carmina, mi Carmina! (Va a besarla, pero ella le detiene.)
CARMINA.- ¿Y Elvira?
FERNANDO.- ¡La detesto! Quiere cazarme con su dinero. ¡No la puedo ver!
CARMINA.- (Con una risita.) ¡Yo tampoco!      (Ríen felices.)
FERNANDO.- Ahora tendría que preguntarte yo: ¿Y Urbano?
CARMINA.- ¡Es un buen chico! ¡Estoy loca por él! (Fernando se enfurruña.) ¡Tonto!
FERNANDO.- (Abrazándola por el talle.) Carmina, desde mañana voy a trabajar de firme por ti. Quiero salir de esta pobreza, de este sucio ambiente. Salir y sacarte a ti. Dejar para siempre los chismorreos, las broncas entre vecinos... Acabar con la angustia del dinero escaso, de los favores que abochornan como una bofetada, de los padres que nos abruman con su torpeza y su cariño servil, irracional...
CARMINA.- (Reprensiva.) ¡Fernando!
FERNANDO.- Sí. Acabar con todo esto. ¡Ayúdame tú! Escucha: voy a estudiar mucho, ¿sabes? Mucho. Primero me haré delineante. ¡Eso es fácil! En un año... Como para entonces ya ganaré bastante, estudiaré para aparejador. Tres años. Dentro de cuatro años seré un aparejador solicitado por todos los arquitectos. Ganaré mucho dinero. Por entonces tú serás ya mi mujercita, y viviremos en otro barrio, en un pisito limpio y tranquilo. Yo seguiré estudiando. ¿Quién sabe? Puede que entonces me haga ingeniero. Y como una cosa no es incompatible con la otra, publicaré un libro de poesías, un libro que tendrá mucho éxito...
CARMINA.- (Que le ha escuchado extasiada.) ¡Qué felices seremos!
FERNANDO.- ¡Carmina! (Se inclina para besarla y da un golpe con el pie a la lechera, que se derrama estrepitosamente. Temblorosos, se levantan los dos y miran, asombrados, la gran mancha en el suelo.)



SEGUNDO  FRAGMENTO
FERNANDO.-No es eso, Urbano. ¡Es que le tengo miedo al tiempo! Es lo que más me hace sufrir. Ver cómo pasan los días, y los años..., sin que nada cambie. Ayer mismo éramos tú y yo dos críos que veníamos a fumar aquí, a escondidas, los primeros pitillos... ¡Y hace ya diez años! Hemos crecido sin darnos cuenta, subiendo y bajando la escalera, rodeados siempre de los padres, que no nos entienden; de vecinos que murmuran de nosotros y de quienes murmuramos... Buscando mil recursos y soportando humillaciones para poder pagar la casa, la luz... y las patatas. (Pausa.) Y mañana, o dentro de diez años que pueden pasar como un día, como han pasado estos últimos..., ¡sería terrible seguir así! Subiendo y bajando la escalera, una escalera que no conduce a ningún sitio; haciendo trampas en el contador, aborreciendo el trabajo..., perdiendo día tras día...(Pausa.) Por eso es preciso cortar por lo sano.
URBANO.-¿Y qué vas a hacer?
FERNANDO.-No lo sé. Pero ya haré algo.
URBANO.-¿Y quieres hacerlo solo?
FERNANDO.-Solo.
URBANO.-¿Completamente? (Pausa.)
FERNANDO.-Claro.
URBANO.-Pues te voy a dar un consejo. Aunque no lo creas, siempre necesitamos de los demás. No podrás luchar solo sin cansarte.
Cuestiones.
1. Realiza el resumen del fragmento.
2. Establece la organización de ideas del fragmento.
3. Indica el tema de la composición








Tres sombreros de copa
PAULA. ¡Te casas, Dionisio!
DIONISIO. Sí. Me caso, pero poco…
PAULA. ¿Por qué no me lo dijiste…?
DIONISIO. No sé. Tenía el presentimiento de que casarse era ridículo… ¡Que no me debía casar…! Ahora veo que no estaba equivocado… Pero yo me casaba, porque yo me he pasado la vida metido en un pueblo pequeñito y triste y pensaba que para estar alegre había que casarse con la primera muchacha que, al mirarnos, le palpitase el pecho de ternura… Yo adoraba a mi novia… Pero ahora veo que en mi novia no está la alegría que yo buscaba… A mi novia tampoco le gusta ir a comer cangrejos frente al mar, ni ella se divierte haciendo volcanes en la arena… Y ella no sabe nadar… Ella, en el agua, da gritos ridículos… Hace así: «¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!» Y ella sólo ama cantar junto al piano El pescador de perlas. Y El pescador de perlas es horroroso, Paula. Ella tiene voz de querubín, y hace así: (Canta.) Tralaralá… piri, piri, piri, piri… Y yo no había caído en que lasvoces de querubín están llenas de vanidad y que, en cambio, hay discos de gramófono que se titulan «Ámame en diciembre lo mismo que me amas en mayo», y que nos llenan el espíritu de sencillez y de ganas de dar saltos mortales… Yo no sabía tampoco que había mujeres como tú, que al hablarnos no les palpita el corazón, pero les palpitan los labios en un constante sonreír… Yo no sabía nada de nada. Yo sólo sabía pasear silbando junto al quiosco de la música… Yo me casaba porque todos se casan siempre a los veintisiete años… Pero ya no me caso, Paula… ¡Yo no puedo tomar huevos fritos a las seis y media de la mañana…!
PAULA. (Ya sentada en el sofá.) Ya te ha dicho ese señor del bigote que los harán pasados por agua…
DIONISIO. ¡Es que a mí no me gustan tampoco pasados por agua! ¡A mí solo me gusta el café con leche, con pan y manteca! ¡Yo soy un terrible bohemio! Y lo más gracioso es que yo no lo he sabido hasta esta noche que viniste tú… y que vino el negro…, y que vino la mujer barbuda… Pero yo no me caso, Paula. Yo me marcharé contigo y aprenderé a hacer juegos malabares con tres sombreros de copa…
PAULA. Hacer juegos malabares con tres sombreros de copa es muy difícil… Se caen siempre al suelo…
DIONISIO. Yo aprenderé a bailar como bailas tú y como baila Buby…
PAULA. Bailar es más difícil todavía. Duelen mucho las piernas y apenas gana uno dinero para vivir…
DIONISIO. Yo tendré paciencia y lograré tener cabeza de vaca y cola de cocodrilo…
PAULA. Eso cuesta aún más trabajo… Y después, la cola molesta muchísimo cuando se viaja en el tren…(DIONISIO va a sentarse junto a ella.)DIONISIO. ¡Yo haré algo extraordinario para poder ir contigo!… ¡Siempre me has dicho que soy un muchacho muy maravilloso!…
PAULA. Y lo eres. Eres tan maravilloso, que dentro de un rato te vas a casar, y yo no lo sabía…
DIONISIO. Aún es tiempo. Dejaremos todo esto y nos iremos a Londres…
PAULA. ¿Tú sabes hablar inglés?
DIONISIO. No. Pero nos iremos a un pueblo de Londres. La gente de Londres habla inglés porque todos son riquísimos y tienen mucho dinero para aprender esas tonterías. Pero la gente de los pueblos de Londres, como son más pobres y no tienen dinero para aprender esas cosas, hablan como tú y como yo… ¡Hablan como en todos los pueblos del mundo!… ¡Y son felices!…
PAULA. ¡Pero en Inglaterra hay demasiados detectives!…
DIONISIO. Nos iremos a La Habana.