lunes, 2 de julio de 2018

U.D. 11 LA VOZ DE LA ACTUAL LITERATURA

ENTREVISTA A CARMEN MARTÍN GAITE por José Méndez en el Correo, julio de 2000.
¿Cómo explica, que, siendo una de nuestras escritoras más apreciadas, el público sepa tan poco de su vida?
A mí no me gusta hablar de mi vida, de mi biografía. Sí de las cosas de mi relación con la literatura a través del tiempo, de mi proceso literario. Últimamente mi rechazo a hablar de la propia vida viene, además, de la sobredosis que tenemos de gente hablando de su vida. No lo puedo soportar. Mientras esté viva y tenga ganas de trabajar, mi vida es mía. No opino. Bastante opinan casi todos de todo.
¿Y es cierto que en la posguerra fue “completamente feliz”?
Tuve mucha suerte. Lo que te ha pasado cuando eras pequeño te marca para toda la vida. Viví en una familia donde había libros, donde no eran machistas. Yo me sentía querida y mis amigos de la facultad nunca me discriminaron. Era feliz porque dentro de lo que pasaba, a esa edad, tampoco lo ves tanto.
En el orden de las cosas personales, ¿cuál es la mayor diferencia de aquella época con la actual?
La gran diferencia es que no había maquinas en las casas. Había lo que se hablaba, lo que hablaban y contaban todos, los amigos, la abuela, las visitas…Todo el mundo hablaba y leía. Ahora es difícil escuchar lo que antes era un consejo diario: “Niño, lee bien”.
¿Sus mejores amigos han sido sus compañeros de generación?
Sí, cuando vengo a Madrid me junto con los míos. No es que ellos me influyeran, es que éramos iguales, nos gustaban las mismas cosas. Jesús Fernández Santos, Aldecoa, Daniel Sueiro…
¿Cuál es el peor defecto de su generación?
Lo peor de mi generación es que desaparecieron muchos, muy pronto. Ese ha sido su peor defecto […] se han muerto demasiado jóvenes.
Y fueron parcialmente olvidados.
Sí, pero el problema no nos vino de nosotros mismos como grupo de narradores. Vino de América. Apareció el fenómeno del boom hispanoamericano que nos hizo callarnos a muchos porque, de pronto, ya no nos hacían caso.
¿Dónde colocamos sus admiraciones?
No soy nada tacaña con la admiración. Leo muchísimo, sobre todo a los clásicos. Hice la carrera con unos profesores de literatura estupendos. Los clásicos los había leído desde muy jovencita. Leí La Regenta a los dieciséis años. La poesía del 27 la conocí un poco más tarde, pero la prosa del 98 fue pan comido.
¿El mundo de la cultura española le debe algo?
No, no me puedo quejar. Si yo ya no sé qué más puedo tener…He ido muy despacio. Cuando publiqué Entre visillos, premio Nadal, no fue un libro de los más celebrados. Pero hoy se sigue vendiendo muy bien, a manta. Y a la gente le gusta más cada día. Y ¿por qué? Porque metí unos diálogos testimoniales, toda una época. Si tienes prisa nunca llegas. Y eso la gente lo acaba reconociendo. Yo tengo lo que quería: el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias…Los premios, además, se dividen en dos clases: los que pides tú y los que te dan. Yo pedía, me presentaba cuando era joven. Hace muchos años que no se me ocurre pedir nada.


  • ¿Conoce a Carmen Martín Gaite? ¿Qué información puedes sacar de ella, después de haber leído esta entrevista?
  • ¿A qué se refiere la escritora cuando dice “la sobredosis que tenemos de gente hablando de su vida”?¿Conoces las admiraciones de Carmen Martín Gaite? ¿Qué sabes de ellos?
  • ¿Qué consejos da la escritora para triunfar en la literatura?
  • ¿Qué tipo de texto periodístico es el que has leído? ¿Es de información, de opinión o híbrido?
  • Ahora te toca investigar. Busca datos sobre esta escritora, su generación y su obra principal, anótalos. Posteriormente, escribe dos preguntas más para formular a esta escritora


Veamos ahora distintos tipos de entrevistas…
"En la tuya o en la mía" Entrevista a Mario Casas por Bertín Osborne
Entrevista a Francisco Umbral- He venido a hablar de mi libro-
  • Vamos a debatir: ¿Qué opinas de las entrevistas en programas de prensa del corazón?

DEBATES Y FOROS DE DEBATES 

Viendo este vídeo, ¿cuáles crees que son las características principales de un debate?


A continuación, vamos a ver el siguiente vídeo de la youtuber Abi Power: 



Vamos a creer un foro de debate a partir de los estereotipos andaluces nombrados en el vídeo. 

LITERATURA ACTUAL 


Una vez conocido el panorama lírico de España a partir de los años 70, vamos a realizar un comentario de texto de este poema de Luis García Montero:

Nadaba yo en el mar y era muy tarde,
justo en ese momento
en que las luces flotan como brasas
de una hoguera rendida
y en el agua se queman las preguntas,
los silencios extraños.
Había decidido nadar hasta la boya
roja, la que se esconde como el sol
al otro lado de las barcas.
Muy lejos de la orilla,
solitario y perdido en el crepúsculo,
me adentraba en el mar
sintiendo la inquietud que me conmueve
al adentrarme en un poema
o en una noche larga de amor desconocido.
Y de pronto la vi sobre las aguas.


  • Analiza la métrica, la estructura externa, el tema y las figuras retóricas que encuentras en el poema.



EL INVIERNO EN LISBOA ANTONIO MUÑOZ MOLINA
Cap. XIII
No recordaba cuánto tiempo, cuántas horas o días anduvo como un sonámbulo por las calles y escalinatas de Lisboa, por los callejones sucios y los altos miradores y las plazas con columnas y estatuas de reyes a caballo, entre los grandes almacenes sombríos y los vertederos del puerto, más allá, al otro lado de un puente ilimitado y rojo que cruzaba un río semejante al mar, en arrabales de bloques de edificios que se levantaban como faros o islas en medio de los descampados, en fantasmales estaciones próximas a la ciudad cuyos nombres leía sin lograr acordarse de aquella en la que había visto a Lucrecia. Quería rendir al azar para que se repitiera lo imposible: miraba uno por uno los rostros de todas las mujeres, las que se le cruzaban por la calle, las que pasaban inmóviles tras las ventanillas de los tranvías o de los autobuses, las que iban al fondo de los taxis o se asomaban a una ventana en una calle desierta. Rostros viejos, impasibles, banales, procaces, infinitos gestos y miradas y chaquetones azules que nunca pertenecían a Lucrecia, tan iguales entre sí como las encrucijadas, los zaguanes oscuros, los tejados rojizos y el dédalo de las peores calles de Lisboa. Una fatigada tenacidad a la que en otro tiempo habría llamado desesperación lo impulsaba como el mar a quien ya no tiene fuerzas para seguir nadando, y aun cuando se concedía una tregua y entraba en un café elegía una mesa desde la que pudiera ver la calle, y desde el taxi que a medianoche lo devolvía a su hotel miraba las aceras desiertas de las avenidas y las esquinas alumbradas por rótulos de neón donde se apostaban mujeres solas con los brazos cruzados. Cuando apagaba la luz y se tendía fumando en la cama seguía viendo en la penumbra rostros y calles y multitudes que pasaban ante sus ojos entornados con una silenciosa velocidad como de proyecciones de linterna mágica, y el cansancio no lo dejaba dormir, como si su mirada, ávida de seguir buscando, abandonara el cuerpo inmóvil y vencido sobre la cama y saliera a la ciudad para volver a perderse en ella hasta el final de la noche.
Pero ya no estaba seguro de haber visto a Lucrecia ni de que fuera el amor quien lo obligaba a buscarla. Sumido en ese estado hipnótico de quien camina solo por una ciudad desconocida ni siquiera sabía si la estaba buscando: sólo que noche y día era inmune al sosiego, que en cada uno de los callejones que trepaban por las colinas de Lisboa o se hundían tan abruptamente como desfiladeros había una llamada inflexible y secreta que él no podía desobedecer, que tal vez debió y pudo marcharse cuando Billy Swann se lo ordenó, pero ya era demasiado tarde, como si hubiera perdido el último tren para salir de una ciudad sitiada.

Clasifica esta novela a partir de su lectura.
Vamos a conocer al autor: Entrevista a Antonio Muñoz Molina

Historia del rey transparente Carmen Martín Gaite

Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre. He visto en mi vida cosas maravillosas. He hecho en mi vida cosas maravillosas. Durante algún tiempo, el mundo fue un milagro. Luego regresó la oscuridad. La pluma tiembla entre mis dedos cada vez que el ariete embiste contra la puerta. Un sólido portón de metal y madera que no tardará en hacerse trizas. Pesados y sudados hombres de hierro se amontonan en la entrada. Vienen a por nosotras. Las Buenas Mujeres rezan. Yo escribo. Es mi mayor victoria, mi conquista, el don del que me siento más orgullosa; y aunque las palabras están siendo devoradas por el gran silencio, hoy constituyen mi única arma. La tinta retiembla en el tintero con los golpes, también ella asustada. Su superficie se riza como la de un pequeño lago tenebroso. Pero luego se aquieta extrañamente. Levanto la cabeza esperando un envite que no llega. El ariete ha parado. Las Perfectas también han detenido el zumbido de sus oraciones. ¿Acaso han logrado acceder al castillo los cruzados? Me creía preparada para este momento pero no lo estoy: la sangre se me esconde en las venas más hondas. Palidezco, toda yo entumecida por los fríos del miedo. Pero no, no han entrado: hubiéramos oído el estruendo de la puerta al desgajarse, el derrumbe de los sacos de arena con que la reforzamos, los pasos presurosos de los depredadores al subir la escalera. Las Buenas Mujeres escuchan. Yo también. Tintinean los hombres de hierro bajo las troneras de nuestra fortaleza. Se retiran. Sí, se están retirando. Al sol le falta muy poco para ocultarse y deben de preferir celebrar su victoria a la luz del día. No necesitan apresurarse: nosotras no podemos escapar y no existe nadie que pueda ayudarnos. Dios nos ha concedido una noche más. Una larga noche. Tengo todas las velas de la despensa a mi disposición, puesto que ya no las vamos a necesitar. Enciendo una, enciendo tres, enciendo cinco. El cuarto se ilumina con hermosos resplandores de palacio. ¡Y pensar que nos hemos pasado todo el invierno a oscuras para no gastarlas! Las Buenas Mujeres vuelven a bisbisear sus Padrenuestros. Yo mojo la pluma en la tinta quieta. Me tiembla tanto la mano que desencadeno una marejada. Me recuerdo arando el campo con mi padre y mi hermano, hace tanto tiempo que parece otra vida. La primavera aprieta, el verano se precipita sobre nosotros y estamos muy retrasados con la siembra; este año no sólo hemos tenido que labrar primero los campos del Señor, como es habitual, sino también reparar los fosos de su castillo, hacer acopio de víveres y agua en los torreones, cepillar los poderosos bridones de combare y limpiar de maleza, las explanadas frente a la fortaleza, para evitar que puedan emboscarse los arqueros enemigos. Estamos nuevamente en guerra, y el señor de Abuny, nuestro amo, vasallo del conde de Gevaudan, que a su vez es vasallo del Rey de Aragón, combate contra las tropas del Rey de Francia.

  • Señala a qué época pertenece la novela, y qué características de la literatura contemporánea se pueden encontrar en ella.
  • ¿Por qué la protagonista se muestra orgullosa de escribir?
  • ¿Ha evolucionado el papel de la mujer con el paso del tiempo? Vamos a debatir.

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